03 diciembre, 2006

Desempeño bajo presión

Por Ignacio Marseillan
Para LA NACION


Los cambios producidos en las estructuras organizacionales en los últimos veinte años han llevado a una modificación en el estilo de trabajo y en las competencias requeridas de los ejecutivos. Esto podría dar la idea de que se trabaja más desorganizadamente aquí o de que no se pone la mira en los temas clave. Lo que es seguro es que podemos afirmar que han cambiado tanto la forma de trabajar como los requisitos necesarios para que el ejecutivo pueda tener un buen desempeño dentro de la empresa.

Antes del inicio de las fusiones de empresas, hacia mediados de los 80, la seguridad laboral y la identificación con el lugar de trabajo eran valores fuertes de la cultura empresaria, lo que resultaba en una baja tasa de cambio del ejecutivo de una empresa a otra. Los 90 marcaron un cambio drástico en la forma del empleo, en la que la lealtad y el sentido de pertenencia empleado-empresa disminuyó.

A su vez, hasta ese momento, en las compañías multinacionales se les daba libertad a sus filiales para decidir sobre estrategias, productos y otras variables íntimamente relacionadas con el desarrollo del mercado local. Sin embargo, a partir de la profundización de la globalización y ya en el siglo XXI, el nivel de autonomía de muchas de estas filiales ha disminuido acentuadamente.

Hoy en día, las llamadas estructuras matriciales hacen que los ejecutivos dediquen más horas del día a la negociación y al convencimiento de sus superiores y pares internos que al foco exclusivo en la competencia o en el mercado.

Esto trae aparejado el trabajo de los individuos sobre nuevas habilidades requeridas para desarrollar y poder trabajar en este nuevo escenario y no caer en la frustración. Capacidad de negociación y persuasión, habilidades de comunicación, manejo de relaciones interpersonales y capacidad de empatía son algunos de los requisitos requeridos hoy en día.

En América latina siempre han existido vaivenes económicos y otras presiones que hacen que los ejecutivos deban dedicarle un tiempo adicional a su jornada diaria. Durante muchos años se ha trabajado en un contexto cambiante y de mucha demanda.

Como tendencia, se observa ahora la inclusión de un horario más flexible, con una dedicación mayor que involucra la extensión del trabajo hacia otros ámbitos de la vida de los ejecutivos. Así, la actividad de los altos mandos no termina al dejar su oficina, sino que se amplía progresivamente para incluir también los viajes, los encuentros de negocios y las actividades socio-deportivas. El autor es socio de SpencerStuart.


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